09/05/2024 13:12
Por: Sandra Rodríguez
Tegucigalpa, Honduras.- En el marco de los 70 años de la Huelga de 1954, la Delegación del Poder Popular entregó un reconocimiento a por su destacada lucha social al doctor Juan Almendares Bonilla y a la compañera Alba Marina Medina (Alba Mejía), este miércoles 8 de mayo.
En un “encuentro de camaradas” como lo catalogó Sergio Rivera, delegado del Poder Popular, se rindió homenaje a la pareja de luchadores antiimperialistas y buscadores permanentes del bien común trabajando directamente con el pueblo.
“El mejor reconocimiento que puede tener una persona, es de sus compañeros de lucha”, agregó Rivera, mientras compartió datos de la vida de ambos personajes que fungen al frente del Centro de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de las Víctimas de la Tortura y sus Familiares (CPTRT). Pero su amplia hoja de vida, se queda corta a todo cuanto han hecho desde sus espacios profesionales.
Ambos arriesgaron su vida en medio de la Doctrina de Seguridad Nacional, implementada por las fuerzas represoras del Estado en la década de 1980, luchando por los derechos humanos, la injerencia extranjera, una educación gratuita y popular desde la Universidad del Pueblo, en el caso del doctor Almendares, era rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Alba Mejía, trabajadora social de profesión, felicitó la labor que realiza la Delegación del Poder Popular en cuanto a la formación y acompañamiento al pueblo, “no pierdan ese espíritu de lucha que yo los acompañaré”, afirmó.
Es necesaria la fuerza y lucha para cambiar nuestros corazones -añadió-, por lo que es preciso fijarse en los jóvenes, quienes merecen oportunidades, porque en los próximos años serán quienes elijan a los gobernantes.
Alba afirmó que permanece enfocada en luchar contra el militarismo, no hay que rendirse, porque “servir al pueblo, es ser el poder”.
Una vida con muchas historias
Al tomar la palabra, el Dr. Juan Almendares Bonilla, agradeció el gesto de la Delegación del Poder Popular, y compartió intimidades de su vida, como la inspiración que ha tenido en el poder popular y, expresó que “mi universidad ha sido el pueblo”, cabe señalar que él tiene especialidades académicas a nivel nacional e internacional.
Recordó a dos se sus maestros, José Campos y Francisco Rodríguez quizá sin haber pasado el tercer grado, pero sí le enseñaron tanto que se quedó “papo”, y formaron el primer sindicato de la niñez en San Pedro Sula.
Se preguntó ¿por qué en este país no se le consulta al pueblo, a un campesino, la a la mujer Campesina que sabe cuándo va a llover y qué sembrar? Sino que se habla con el inversionista.
Recordó a dirigentes importantes de la lucha sindicalista como ser Iván Meza y Cristóbal Flores un zapatero en cuya vivienda se acordó su postulación a la rectoría de la UNAH. ¿Yo no sé de dónde salió tanta gente extraordinaria que me fueron creando la necesidad de la lucha? Se preguntó Almendares.
En el tiempo de lides universitario, conoció a los mayores dirigentes revolucionarios latinoamericanos; hizo memoria de maestros del instituto Patria, entre ellos a Mario Membreño, Rébulo Mancía, Longino Becerra, Juan Martell quien lo quería llevar a la masonería, pero lo rechazaron por organizar a la juventud. Mencionó a la compañera Nora Miselen, quien enfrenta una grave enfermedad y resaltó la lucha de los estudiantes universitarios judicializados por defender la UNAH.
“La primera mujer que me politizó fue una mujer que no fue a la escuela, fue mi madre. Mi primera mentora, me dijo que no me apegara a nada, que no fuera fanático y de mente abierta”.
Entre la serie de anécdotas que le contaba su madre, fue de una vez que él se le fue a la calle, y un periodista le dijo que -su hijo- andaba organizando unan marcha. En eso “mi mamá vio a un hombre que venía con un niño en brazos”.
-Ese es Francisco Morazán, le dijeron.
Mi mamá le dijo- “Morazán regrésame ese niño que es mi hijo”. Y Morazán le dijo “no te puedo dar a este niño porque le pertenece al pueblo” - concluyendo el recuerdo materno.
Desde ahí comencé a sentir que yo pertenecía al pueblo y que no podía irme de este país; que jamás traicionaría al pueblo. Todo lo que hago es en nombre de esa mujer tan inteligente que después aprendió a leer y escribir, añadió el ecologista, que nació en San Pedro Sula el 14 de agosto de 1939.
Organicé a mujeres analfabetas en recuperaciones de tierras, como médico las acompañaba en las tomas internas, aprendí mucho con las históricas luchas de las Mujeres del Movimiento por la Paz “Visitación Padilla”, continuó el homenajeado.
Pese a la persecución que enfrentaba, conoció a familiares y víctimas de violaciones a derechos humanos (parientes de Fidel Martínez, Tomás Nativí y Juan Dermi); mientras que, al padre James “Guadalupe” Carney (1983), lo trató de manera personal, por lo que recibió acusaciones “yo no las niego, además ni niego mis ideas marxistas- socialistas.
Conviví con compañeros que dieron su vida, no me gusta llamarlos “desaparecidos” porque ellos están vivos, son semilla de libertad, son una epifanía lumínica en la lucha por la revolución. Sin mencionar nombres se refirió a compañeros católicos de la teología de la liberación y evangélicos que han luchado por Honduras.
“Nunca dejemos de estar aunque sea con la palabra, cerca del pueblo, hay que escuchar que, la mujer y el pueblo tengan la palabra. Los verdaderos profetas son los que tienen la mirada de los pobres y los explotados”, aseveró el doctor Almendares.
Recalcó en la importancia de la unidad antiiperialista y con un grito fuerte exclamó ¡qué viva el poder popular!
Finalmente compartió una anécdota: estaba ante todas las agencias de Estados Unidos y de todas maneras tenía que condenar la presencia del Comando Sur -en Honduras- y alguien me preguntó si yo era comunista. No, le dije, no soy comunista, porque es muy difícil ser comunista como Herminio Deras, pero me encantaría ser comunista.
El homenaje se dio al inicio del encuentro de luchadores y luchadoras populares que realizó la Delegación del Poder Popular. Similar evento se realizó el 10 de abril en San Pedro Sula, donde se reconoció el histórico papel en la huelga bananera, hace 70 años de Tomás Erazo y Esteban Flores.